... y detrás de todo estaba
la nada, conteniendo cada parte…
Ella caminaba por el helado desierto, su
cabello volando de izquierda a derecha sonando su pelo con granos de arena
que volaban a gran velocidad. Mientras esquivaba el dorado sol que entraba fusilante
por sus pupilas, ella estaba tranquila, en calma con su sensación expansiva al
haber sentido como salía de ella una esfera suave de delgados colores que
girando en una misma dirección los envolvía llevándolos hacia atrás y hacia
arriba, iluminando toda su visión, dejando de ser varios, su fusión fue
inmediata. Ella ya no vivía solo donde vivía sino que siendo ya una mensajera, podía
tranquilamente entrar sin esperar nada. Paso a paso iba cruzando la delgada línea
divisoria y todo iba creciendo hacia dentro y fuera, cálido registro de no
sentir nada, un silencio majestuoso eternizaba el tiempo y ella caminaba quizás
volaba, casi ni se sentía, el temor se había esfumado y detrás de éste ya no había
fuerza que movilizara, no había nada, solo lo inexistente que contenía todo, inmóvil,
quieto, al cual nada lo detiene y ella ahí ya había entrado. Solo quedaba que
volviera a helarse junto al sol del inverno seco y polvoriento.
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