Dedicado a mis hermanas Carolina, Valeria y Agustina, a los seres queridos más cercanos que nos han ayudado, y sobre todo a Susi, madre de toda Bondad.
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Mi experiencia con la Bondad no es casual sino puramente intencional, proveniente de una fuente eterna que nos ha alimentado con el correr generacional. Más allá de las ilusorias creencias nos ha sabido guiar.
Del otro lado del sol solo una simple mecánica, devorada por los valores antihumanistas del sistema, encontrados en la gran extensión del medio externo e inmediato.
Así hoy, en donde esa mecánica del violento deseo ya no encuentra recodo donde respirar; donde en su confuso laberinto ha quedado loopeando débilmente, se manifiesta silenciosamente la Bondad; aquella transparente y blanquecina ave, que en su sutil vuelo destella chispas divinas del sabio amor; una profunda compasión que emerge de aquellos nobles corazones sin corrupción.
Excéntrico atributo que orienta corazón, mente y acción; que en las más inestables y caóticas turbulencias nos toma con firmeza llenándonos de sentido y plenitud.
La Bondad... notable señora que susurra con humilde encanto, gentileza de pocos, urgencia de muchos. ¡Sagrada vida la que tú me das!. Agradecida por tu savia que nutre los pobres corazones y eleva la mirada.
Misericordiosa dirían los católicos, Kuan Yin para los orientales, Maat para egipcios, belleza para los artistas; dádivas universales. Haces elevar el deseo atravesando todo cálculo, volviendo paradojales las lógicas sociales, iluminando los temores y traspasando umbrales.
Así me inspiras, inhalando inmortalidad, devuelvo como ofrenda estas palabras hiladas, en vísperas de buenos andares y sondeando a los maestros de la Bondad.
… aquí sus bellas notas echó a andar...
"Los grandes miedos del ser humano impiden dar a la vida una dirección querida y con significado. Los temores a la pobreza, a la soledad, a la enfermedad y a la muerte se conjugan y fortalecen en la sociedad, en los grupos humanos y en los individuos...
Pero a pesar de todo... a pesar de todo... a pesar de ese desgraciado encierro, algo leve como sonido lejano, algo leve como brisa amanecida, algo que comienza suavemente, se abre paso en el interior del ser humano…
¿Y por qué, alma mía, esa esperanza? ¿Por qué esa esperanza que desde las más oscuras horas de mi infortunio, se abre paso luminosamente?".
Fragmento Silo Mayo 07 de 2005 (La Reja, Bs. As.)
Pam Taverna
